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Zampoña
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Este instrumento tiene sus raíces en la zona andina de américa que hoy la componen países como Ecuador, Perú, Bolivia, noreste argentino y el norte de chile. En todas las culturas andinas precolombinas la zampoña tuvo una gran importancia que trasciende mucho más allá de lo estético. Para este hombre precolombino tanto en su música, danza, dramatización y poesía fue un todo de expresión y comunicación con la divinidad que para ellos era la naturaleza.

 

Las investigaciones arqueológicas apuntan que los hallazgos más antiguos corresponden al siglo VIII a.c y se ubican en Chilca, al sur de Lima, sin embargo, son los aymaras quienes recibieron y transmiten el uso de la zampoña en toda su cosmovisión.

Este instrumento se fabrica en dos cuerpos distintos, cada uno posee una parte de las notas, de esta forma para ejecutar una melodía se requieren dos personas. De esa forma está pensado el instrumento para que exista una dualidad y si consideramos esto el número de personas que se requieren para formar una banda son cuatro que corresponden a la bipartición entre iras y arcas (primera y segunda en aymara ) además de los guías y los seguidores.

 

El uso de la zampoña representa la relación del hombre andino con su medio. La música que interpretan los sicuris (hombres que interpretan el siku) fue entregada a ellos por el sereno, esta divinidad poseedora de la música la cual habita en las vertientes llamadas ojos de agua.

 

Con la irrupción de  grupos latinoamericanistas provocaron muchos cambios en este instrumento al darse a conocer y popularizarse bastante. Entre ellos la zampoña cambia en su afinación, desde una alta gama, a una mucho más estándar al servicio de los cordófonos populares como la guitarra y el charango. 
 

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